Columna de opinión publicada en el Diario de la Bahia de Cádiz hoy
Lo malo, o lo bueno, de tener medio siglo a las espaldas es que conduces mirando el espejo retrovisor, que te ofrece cierta perspectiva a las cosas de hoy y de mañana. Os acordáis de las barajas de las familias, es anterior al monopoli, y con bastante más encanto. Papa pescadero, mama pescadera, abuelos y abuelas, hijos e hijas, es decir, familias completas.
Siglos atrás era normal, que hijos e hijas intentaran tener las mismas profesiones que sus progenitores, que de padres zapateros salieran estirpes de artesanos del calzado, que de padres actores, hijos, nietos y bisnietos se dediquen a ganarse el pan encima de las tablas de los teatros, lo del palo y la astilla... También es normal que esto, cada vez se dé en menor medida, los procesos migratorios, la información, el acceso a la educación, hacen posible cierta diversificación de salidas profesionales. Pero sin duda tenía su encanto el juego de las familias.
Las familias pasan poco a poco de moda, aunque tienen su función como transmisoras de "genes artísticos-profesionales", también en la actividad política. Hay apellidos fácilmente identificables, Borbon, Garrigues o Bustelo si hablamos a nivel nacional; pero en clave más local si hablamos de apellidos como Primo de Rivera, Pizarro, Perales, Saucedo..podemos tener lo que algunos llaman generaciones de políticos de raza.
Luego vinieron las escuelas, las de negocios y la del negocio. Se crearon incluso catedrales de la formación. Durante mucho tiempo, por ejemplo, decir que habías estudiado en El Pilar(*), era sinónimo de cierto " colegueo " entre la gente del poder durante la dictadura, o haber estudiado en El Base o Siglo XXI (*) si se tenía cierta vocación progresista, te daba cierto caché.
La formación de futuros dirigentes, en cualquier ámbito, siempre ha sido una de las preocupaciones más importantes de quien ostenta el poder, ya sea económico, político, religioso.. Es en sí uno de los objetivos de las academias, en cierta forma, perpetuar el orden establecido. El problema surge cuando la oferta en los planes de estudios, la formación teórico-práctica, no van en concordancia con la demanda por la sociedad. Así por ejemplo sería absurdo pensar que tenemos buenos dirigentes en una sociedad rabiosamente participativa, cuando los hemos entrenado para jugar al monopoli, para ganar congresos.
Esto ocurre en cualquier ámbito profesional y laboral, en cualquiera. ¿Nos imaginamos unos estudios superiores en la actualidad sin incluir formación en redes sociales? Y junto a la formación más "teórica" se complementa con la, cada vez más importante, formación práctica, ya casi todos los estudios así lo contemplan. Es una manera de corregir, si fuera necesario la primera.
En el plano de las organizaciones sociales y/o políticas se cae muy frecuentemente en la falsa creencia de confundir renovación generacional con renovación de ideas. El acceso de las jóvenes generaciones a los puestos de responsabilidad, lejos de significar una adaptación de nuevas ideas, formas, etc a los nuevos tiempos, puede producir el efecto contrario, sobretodo cuando estos accesos se producen de forma programada y tutelada, son los cachorros miméticos
No quiero decir ni mucho menos, que siempre es así. Algunas veces las personas destinadas, y digo destinadas aunque sean elegidas con ciertos consensos, a los cargos orgánicos, en la medida de sus experiencias anteriores externas a las propias organizaciones, pueden y suelen significar un soplo nuevo, nuevos aires. Tal es el caso, sobre todo, cuando estas experiencias, realizadas en posiciones de liderazgo, más tarde son incorporadas en los cometidos internos.
Otra cuestión diferente, y esta sí se da en organizaciones de carácter político, es cuando se entiende la política como profesión, los cargos de representación en instituciones como parlamentos, ayuntamientos etc, como puestos o cargos profesionalizables. En los partidos de la derecha clásica muy extendido por cierto, se estudian incluso masters, cursos superiores....,y se viene realizando hace muchos años.
En partidos de izquierda hace algún tiempo que también se ha caído en esta tentación, en España, incluso en Cádiz, podemos encontrar casos. Personas con 40 años que en su momento accedieron a algún cargo electo de representación institucional en su tierna juventud, cuestión buena sin duda, pero que han ido enlazando periodo tras periodo hasta no saber hacer otra cosas que ser representante político, oficio que no debería homologarse como tal.
Y en estas estamos y la rueda sigue. Tentados de entender las organizaciones juveniles, no como entidades de participación sino como auténticas escuelas de negocio, donde se preparan los futuros dirigentes, adaptados, miméticos. No digo que sea en todos los casos así, pero esa puede ser la tentación. Hay indicios que puede ser así. Me dice un amigo, "pero la culpa no es de los jóvenes" , desde luego que no, pero algunos juegan a eso, a ser cachorros miméticos.
(*) centros educación de Madrid
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