Artículo publicado en diario de la bahía de Cádiz
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Nosotros, colectivamente e individualmente, somos lo que somos, somos como somos, en la medida de los que nos rodea. Todo lo que nos rodea forma parte de nosotros mismos, es más, si nos sentimos alegres, tristes, esperanzados o taciturnos, en una buena medida se los debemos a nuestro entorno. Entorno en el que influimos en nuestro quehacer día a día, y entorno que nos influye y nos configura a nosotros mismos.
Y poco a poco encontramos nuestra propia historia en calles, en paisajes, en las cosas con las que nos encontramos al salir de casa, cuando vamos al mercado, cuando paseamos o vamos de aquí para allá simplemente. Algunas de estas cosas son per se obras de arte, obras arquitectónicas, lugares que fueron testigos de hechos históricos, el barco que transporto nuestros sueños por la Bahía..., y el árbol que nos saludaba en los trasiegos entre San Francisco y la plaza Mina, desde la verja y rodeado de esculturas y trabajos de los alumnos de la Escuela de arte con su mirada de doscientos años.
Por eso barcos, edificios, paseos y árboles son declarados oficialmente Bienes de Interés Cultural, a los que por obligación legal todos estamos obligados a cuidar, a mimar, a conservar. Todos, incluso las administraciones. Pero, no es así, no ha sido así.
Casi a la vez que se ha derrochado dinero y esfuerzos institucionales en celebraciones de bicentenarios, casi al tiempo que la alcaldesa de Cádiz no dudaba en disfrazarse, fuera de carnaval, para una revista, casi al empezar la primavera, el drago que llegó a Cádiz para quedarse al mismo tiempo que la Pepa, le han muerto.
Hoy, como si fuera un accidente de tráfico, un cadáver en una calle, pero sin manta térmica que le cubra a modo de sudario, está como dando testimonio de la ineficacia, de la desidia, de la falta responsabilidad de aquellos o aquellas que tienen la responsabilidad del mantenimiento de nuestro entorno, de nuestra cultura.
Desde dónde ha estado siempre, el drago señala, quebrado y con sus raíces al aire, desde el suelo grita “¡mira que sois inútiles!”. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio
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