Publicado en el Diario de la Bahía de Cádiz
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Una tarde más estaba allí, sentada en su banco de la Plaza Mina, persiguiendo con la mirada el griterío de los juegos de los más pequeños que, sumado a las cotorras en los árboles, servía de banda sonora de la plaza.
El pelo, absolutamente blanco, recogido en un moño, ponía marco a las arrugas morenas de la cara, fruto de sus muchos años de salinera en San Fernando. Siempre tenía las manos ocupadas en algo, a veces, sus largos dedos de la mano derecha, simplemente acariciaban la palma de la mano izquierda; ¡cuantos cigarros puros habrán conformado esas manos en la tabacalera! Unos zarcillos de filigrana de plata, rematan por su parte inferior las orejas dilatadas por su dilatado vivir.
Su mirada, de ese verde que obtiene el pintor al mezclar en la paleta el verde de los olivares con el verde del mar en una tarde de poniente, recorren su alrededor reconociendo, una vez más, a todos los grupos de críos que, de forma más o menos ordenada, la rodean como cada día. Unos, los del barrio alto, llamándola loca, inculta, vieja, intentando humillar a la propia dignidad. Alguna vez la rodearon cogidos de la mano, mientras cantaban alguna sosa canción de niños sosos y bien de colegio religioso. Ella sólo les mira sería, con una leve sonrisa de desprecio, pero no dice nada, sólo les mira.
Su falda, su blusa, su pañuelo, estampados con flores de todos los colores, lejos de ser estridentes, dejan imaginar el cuerpo de una mujer no muy alta, de anchas caderas, que sigue bailando por alegrías, aunque, según dicen los más mayores, es capaz de llorar mientras se cimbrea al ritmo de una farruca. Sentada así en el banco, sirve de escondite a quienes se excusan en ella para no asumir que pueden ser apedreados, aunque las piedras la puedan alcanzar, !que les importa!, los pliegues se su falda sigue siendo el mejor de los escondites, mientras farisean gritando - no tiréis piedras a la vieja.
Parece gitana, pero no lo es. Parece árabe y romana a la vez, pero ni una ni otra. A veces me trae el recuerdo de Astarte, no sé si por su pelo o por sus manos, por el amor a la naturaleza, a la vida, por su la exaltación del amor y los placeres. Yo a veces la veo como Pasionaria, pero que ha cambiado su luto por la primavera....
Pero, de todo este mamoneo, ya empieza a estar hasta el moño, está a punto de levantarse y escapar de esta especie de secuestro, eso si, no sin antes dar dos collejas a unos y a otros. Andalucía empieza a cansarse de ser la excusa del discurso político de hoy.
1 comentario:
Gracias Maria
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