Una señoría de Cádiz, condena a una vecina por llamar 'hija de puta' a la afable y campechana Teofila Martínez.
Y es que parece que su señoría no conoce las múltiples acepciones que se pueden deducir del vocablo 'hija de puta'. Parece que no se ha enterado que en el peor de los casos, es decir en lo que podemos interpretar como un insulto que perdura en en tiempo, antes de nacer, durante el nacimiento y después durante toda la vida, que el nacer de una puta es para toda la vida, hay sentencias, alguna de ellas de una audiencia provincial (Barcelona), que entiende que no es ni injurias, ni na de na.
Por otra parte, ya desde el Quijote, el término 'hija de puta' 'hijo de puta' o hijoputa, como queramos, no sólo es no despectivo, si no todo lo contrario, así se recoge,
"-¡Oh hi de puta, bellaco, y cómo es católico!
-¿Véis ahí -dijo el del Bosque en oyendo el hi de puta de Sancho- como habéis alabado este vino llamándole hi de puta?
-Digo -respondió Sancho- que confieso que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle. Pero, dígame, señor, por el siglo de lo que más quiere: ¿este vino es de Ciudad Real?
Muchas veces he oído en Cádiz 'que arte tiene el hijoputa' a modo de realzar más el arte de la persona.
Lo que si llama mi instinto de mosqueo es la capacidad de su señoría de sentenciar en una sentencia las cualidades de Teofila, que si campechana, que si tal y que si cual, me da la impresión, y es eso, mi opinión que su señoría ha aprovechado que el Tajo pasa por Toledo para rendir pleitesía a una señora que esta pasando sus últimos meses en San Juan de Dios. A propósito de elogios, ¿no aparecía doña Teo en una lista como perceptora de 30.000 euros? Pues eso.
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