sábado, 20 de febrero de 2016

A doña Rita la soltera




Don Antonio, Gramsci, hablaba de los monstruos que aparecen en tiempos convulsos, otro Don Antonio, Machado, de lo viejo y de lo nuevo que hiela corazones. Así nos encontramos estos días, perplejos, asombrados, con unos ojos como platos, viendo y viviendo las últimas bocanadas de lo viejo y los balbuceos de quienes intentan nacer.

Si tuviera que poner una banda sonora a las últimas semanas, sería la de aquella campaña de la Once de 'el corrupto de todos los días' con música y estribillo, y es que no hay día que no vuelvan a la actualidad local, regional y nacional, algún caso ¿nuevo? para recordarnos que siguen ahí, casi intactos, y que desde su columna de poder se ríen del personal.

Y si los griegos, cuando en Grecia mandaban los militares, prohibían la letra 'Z', la palabra 'zeta', después del asesinato de un líder democrático, porque Z  significa 'está vivo', aquí, detienen, encarcelan y desarman a titiriteros y a sus títeres al grito 'viva la muerte', con esa naturalidad que da el poner medallas a estatuas, tener al lado angeles y santos que te ayuden a aparcar, o ir al Valle de los Caídos de ejercicios espirituales, todo entra dentro de la normalidad, y casi publican el parte de guerra: 'desarmados y cautivos los títeres terroristas, la normalidad ha sido restaurada'

En un salto en el tiempo, nos transportan, no ochenta años atrás, nos llevan a pleno siglo diecinueve, nos recuerdan que el esperpento está ahí, que asesinar por ser poeta y titiritero está ahí, que ellos están ahí.

Escenario de cartón piedra, cortinillas rojas y decorados pintados con desgana y con prisas en blanco y negro. Muñecas aforadas, cantamañanas metidos a voceros, agentes de la santa Inquisición con parche en el ojo y cachiporra, etaconvulsivos y misticorrepresores, observados por un solo niño sentado en el suelo que se debate entre la risa y el llanto, sin moverse, sin poder moverse porque no sabe andar, inmóvil ante este espectáculo.

Pero nada es eterno, nada es inmóvil, escucho el crotoreo de la cigüeñas desde sus nidos, que miran al cielo mientas claquean sus picos. Veo las primeras flores en árboles y campos reventones de vida nueva, el color de la tierra adquiere todas las tonalidades ocres y arcillosos colores, la primavera está ahí mismo, pese a que hoy haga frío. Y ese niño, sentado en el suelo, está a punto de levantarse y echar a andar, sin miedo, sin límites.

Sois historia negra ya, y sois conscientes de ello.


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