jueves, 15 de septiembre de 2011
El paseo diario por cortadura y Rafael Alberti
Me suele pasar a menudo, cuando frecuento un mismo sitio, a una hora determinada durante una temporada, acabo reconociendo a las cosas, a la gente hasta el punto de integrar en mi propia rutina. La semana pasada acudí todas las mañanas, de 11 a 14 horas a Cortadura, la verdad que soy poco playero, pero en el mes de Septiembre es un lujo, sin madrileños, con los niños ya escolarizados, con ese Levante flojo, Cortadura se convierte casi en un paraíso.
Cada día, justo a las 13,05, en la linea que deja marcada en la arena la marea llena, una figura aparece con paso decidido, con camiseta roja en mano, con una mirada enfocada como a diez metros, ni mira el horizonte, tampoco la arena que pisa.
Su extrema delgadez compite en llamar la atención con la cicatriz de un apendicitis pasado por quirófano. Pelo largo y pantalón vaquero recortado con tijeras a la altura de la rodillas, completan el perfil de este personaje local.
Desde el primer día, me llama la atención, por su peculiar recorrido, aparecía por la residencia militar, y le perdía de vista en el horizonte del Chato, e inmediatamente volvía aparecer, desandando lo andado. Pero lo que llamo mas la atención era el ritmo que imponía a su paseo, veinte pasos mas o menos, momento de descanso sentado en la arena, y vuelta al ciclo, simple en la linea que deja en la arena la marea llena y que marca, la arena seca y la arena mojada, cada una con su color,con su calor.
Al segundo día, me di cuenta de la coincidencia. La fase de culo en tierra del personaje, siempre coincidía con la presencia de una mujer en toples tomando el sol. Un voiyeur, claro es que si yo mi fije en él, tendré yo algo de voiyeur, ¿no?
EL PUENTE DE LAS TETAS Rafael Alberti
(RECORDANDO DESDE ROMA)
Por el puente de las tetas
se asoman las venecianas.
Eran tetas, no manzanas,
las del puente de las tetas.
Bajo el puente de las tetas
yo miraba en la corriente
temblar las tetas del puente
de las tetas.
Sobre el puente de las tetas
las tetas ennochecían
y se desaparecían
por el puente de las tetas.
Sin el puente de las tetas
dormí y soñé dulcemente
que dormía sobre el puente
de las tetas
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