Nunca he sido muy fan de los actos sociales-familiares, ni bautizos, ni comuniones, ni bodas, y mucho menos de velatorios; pero en algunas ocasiones resulta ineludible mi presencia.
Hoy ha sido una de esas ocasiones de las que no he tenido otra posibilidad que acudir al tanatorio de Tarancón. Lo primero que me llama la atención al llegar es su tamaño, pequeño, no más de tres salas, de las cuales dos están vacías. Una cafetería sin atención, una pequeña máquina de café , otra de bebidas frías y un cartel de tele-churros y chocolate son todos los servicios que ofrece.
Cuando el muerto se aproxima a los cien años, deja una larga historia e historias, pero deja, al menos en este caso, una larga lista de hijos, nietos y bisnietos, de sobrinos,......
Creo que fue Sabater el que comparaba a sus cuñadas con fotocopias viradas de su esposa, pues hoy tuve esa impresión en un tanatorio pequeño y vacío de un pueblo de Cuenca, de encontrarme en medio de fotocopias mías.
No es que el dolor este ausente en un velatorio de un bisabuelo, no se trata de eso, pero si a esto se une que la muerte en los pueblos adquiere otro "valor" , si además hay una nutrida presencia de toda la prole que deja, si además es el mes de agosto y fuera calienta el lorenzo de lo lindo, la sala, el hall, la entrada se convierten en foros de charlas animadas entre gentes divididas por edades que todos tienen algún rasgo en común, que no me atrevo a definir. Es como si pese a todos los diferentes saltos de generación, si pese a las mezclas que se han ido produciendo, en primer, en segundo grado, al final hubiera una característica que perdurara en la cara, en los andares, o en la voz. El gen de los Pillos permanece y se nota en este pequeño tanatorio, hoy ocupado por nosotros.
No se porque, entre tanto "Pillo" , me acuerdo del patriarca de la familia, otro Pillo, uno de los primeros, que debe de andar por una fosa común, cerca del monasterio-cárcel-seminario de Ucles
Nota.- Pillos.- así se les conoce a una estirpe de gente normal, de un pueblo normal y a la cual pertenezco. Esto viene de que el primer Pillo, mi bisabuelo, iba pidiendo para comer, "dame un pillo pan", y de este "poquillo" pan nos bautizamos.
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