Avec des cathédrales pour uniques montagnes
Et de noirs clochers comme mâts de cocagne
Où des diables en pierre décochent les nuages
( artículo completo en el Diario de la Bahía de Cádiz )
Mi ciudad es tan llana casi como el país que describe en su canción Jaques Brel, si no contamos el barrio de Santa María, si la Cuesta de las Calesas no existiera, sería así, toda plana. Y en la que, también, los diablos se suben a las únicas montañas, los campanarios y cúpulas de catedral e iglesias y las torres intentan atrapar la nubes.
Pero mi ciudad, mi pueblo, no está bañado por la niebla, Cádiz sólo tiene una dueña que es su luz, y un señor que es el mar que rodea y acaricia su figura salinera. Piedra ostionera salvada del moho por el levante (Quiñones) que siempre la ronda y corteja.
Es verdad que pasa, ¿quién no?, por momentos, unas veces mejores, otras peores, pero sea por la luz, sea por la sal, sea por el mar, o por las tres, sabe salir adelante, sabe levantarse, sabe coger un micrófono en un pleno del municipe poder y reclamar sólo una cosa, dignidad.
En tres mil años, 16, 17, hasta 20 años no es mucho, pero son demasiados, son tantos que durante un tiempo parecía que se tenía una especie de resignación, de esa fatal resignación que sí no aceptas su lógica, no tienes cabida aquí, si no aceptas su "juego" más vale hacer las maletas y cruzar el puente Carranza; pero en este verano han empezado a cambiar la historia de la ciudad.
Es la hora, sí. Es la hora de que el Levante nos seque y nos saque de este moho que nos entra después de la larga temporada expuestos a la humedad, ahora se está empezando a sacudirse el moho intelectual y anímico.
El Levante sopla al escuchar a una baratillera intervenir en un pleno municipal, al ver a unos parados que se reúnen sistemáticamente en la puerta del Ayuntamiento. Nos seca con funcionarios y trabajadoras de las administraciones públicas cuando se concentran cada viernes negro, y como aquellas madres "cabezonas" argentinas, haga frío o calor..., con "los del metal", los maestros, con los poetas...
Y ese moho, esa humedad malsana -como las actitudes de aquel concejal que sin ningún pudor al referirse a los fusilamientos y fosas comunes hablaba de Memoria Histérica, ese desprecio de nuestra alcaldesa, la que en el más puro estilo de los caciques del siglo XIX, cuestiona el derecho a opinar y a comer a la vez, o el del teniente de alcaldesa quien se permite llamar "mediocres" al todo aquel que se opone a homenajes de pleitesía- corren la suerte de secarse y desaparecer de muros y esquinas de las calles de Cádiz.
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