No, no es el máximo de una condena, por que la vida junto a ti no es una condena, todo lo contrario. Hoy hace treinta y cuatro años que sin curas, sin testigos, sin actos sociales, tu, yo con tu maleta decidimos emprender esta aventura. Hoy compartimos casa, cama, hija y nieta, por compartir compartimos hasta oficina de paro. Lo mejor es que empezamos a conocernos y reconocernos. ¡Vamos a por los próximos treinta años!
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