Con la aparición el domingo en la prensa de la ultima de la RAE sobre el lenguaje "sexista" volvemos a las andadas.
Cada vez me cuestiono mas la necesidad de la existencia de las Reales Academias. Y que conste que me parecería igual que se llamaran , Republicanas Academias.
Dalí fue expulsado de la Real Academia de Bellas Artes en 1921, me imagino por irreverente, vaya panda!
La Real Academia de la Historia, edita una historia que da miedo, con una visión de personajes cuando menos cuestionables, si no totalmente sesgados. Vaya panda!
Y ahora la Real Academia de la Lengua, su disconformidad con guías y manuales que con mayor o mejor fortuna intenta difundir la inclusión de la mujer y su visualización en el lenguaje, siempre con una máxima, lo que no se nombra no existe.
El decir que las palabras no tiene sexo es claro, como también es claro que es con palabras con las que construimos el lenguaje, nuestro discurso hablado y escrito, y con estos si que transmitimos, visualizamos nuestra visión del mundo, transmitimos nuestros valores. Y es la presencia de la mujer en el lenguaje de lo que se trata.
Nuestros académicos y académicas de forma general parecen que tienen mas preocupación por llamar indocumentados a las personas que intentan, intentamos que la mujer este presente como tales en el lenguaje que por cambiar definiciones en su propio diccionario, gozar es un ejemplo. Se rasgan sus elegantes vestiduras cuando se utiliza miembras y no cuando se utilizan post, ranking, o cualquier otro termino importado, y es aquí donde las plumas se ven.
Conté hace tiempo una anécdota que me contaba una amiga, y la vuelvo a contar porque me parece rotunda y que a mi, al menos me sirvió para entender este problema. La pequeña historia ocurrió leyendo un cuento, la madre intentaba ayudar a su hijo a aprender a contar. En el cuento aparecían cuatro niños y cinco niñas jugando al corro en una plaza sevillana.
La madre pregunto a Juan, su tierna criatura: ¿ Juan, cuantos niños que están jugando al corro? Juan se quedo mirando atentamente el dibujo, y empezó a susurrar , uno, dos, tres y cuatro. Mama son cuatro. La madre un poco frustrada porque Juan solo llegaba a contar cuatro, dijo, no no Juan son nueve. Que no mamá, que no, que hay cuatro niños y cinco niñas.
Pues eso, hablemos bien, pero no olvidemos que ellas son mas del 50% y no visualizarlas, también en el lenguaje es al menos una torpeza.
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