La negociación entre sindicatos y gobierno parece, que por lo menos a fecha de hoy, no se ha roto. Unos y otros han acudido a la mesa de negociación después de determinadas puestas en escenas, que mas recuerdan a los pavos reales en sus danzas de cortejo, que a planteamientos serios y rigurosos de dos partes que se necesitan mutuamente y a las que, pese a quien le pese, los ciudadanos necesitamos.
Pasado ya un tiempo de la, digamos al menos, desafortunada Huelga General, parece que entre todos han encontrado o están intentando encontrar formulas de aproximación, formulas de acuerdo.
Ni los Sindicatos ni en Gobierno lo tienen fácil. Los primeros se sienten y con razón, centro de algo más que un ataque aislado por una serie de medidas más o menos justificables.
Son muchos los que, desde dentro del País y desde fuera, les gustaría una relaciones laborales individuales, unas relaciones sindicales sin sindicatos y no dudan en poner autenticas “minas antisindicatos” al paso de los mismos.
Por otra parte, y no sin cierta lógica, el desgaste que a unas organizaciones sindicales, con no demasiada afiliación, les ha supuesto las diferentes crisis, el desencanto provocado por las mismas, la falta de ideas desde la izquierda y los cánticos de sirenas que llegan desde costas no tan lejanas, han provocado que a mi entender se olvide que en el siglo XXI, la razón misma de un sindicato es la capacidad de influir, la capacidad de negociar y la capacidad de llegar a acuerdos.
En el otro actor, el Gobierno, las cosas no han pintado mucho mejor. Acosado y acorralado por los mercados, por la crisis, por la derecha mas rancia y también por la desilusión, ha intentado bandear la situación, alguna de las veces con ciertas actuaciones no suficientemente explicadas.
Creo que se acabaron los tiempos de puesta en escena, los sindicatos y el gobierno se necesitan y a la vez los ciudadanos como decía al principio, necesitamos unas organizaciones sindicales capaces de cumplir con sus fines mismos, como a un Gobierno que encara la salida a las crisis en clave social, y al lado de los mas desfavorecidos. Ya no valen la líneas rojas, solo vale la creatividad en la negociación, el compromiso con la sociedad y el coraje de ponerlo en marcha. Si no es así, perderemos todos, bueno quizás los mercados y sus representantes en la tierra sean los únicos que ganen. Es la hora de borrar las líneas rojas.
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