Mañana 20 de Febrero, en Marruecos, después de una campaña desarrollada fundamentalmente a través de las redes sociales, están convocadas cientos de manifestaciones, no solamente dentro, sino también fuera del país. En Madrid será a las 12 del medio día en la Puerta del Sol. Los motivos, sobran.
Esta mañana, en una de las tertulias de la radio, hablaban de la importancia que la redes sociales estaban teniendo en lo que algunos han denominado el tsunami árabe. Creo que exageradamente, se le atribuye a las redes un papel, que de no darse otras condiciones, no existiría tal “tsunami”. No hay que olvidar el porcentaje casi marginal, que tiene la utilización de Internet entres estas poblaciones. Pero de cualquier modo, los dictadores, emulando a Hitler, en vez de quemas libros, bloquean la red. Que equivocados están, ni aquel ni estos, evitaran que la historia se mueva.
Miro con simpatía estos movimientos, mas desde el corazón, que desde la razón. A mí, criado en occidente, con valores de occidente me cuesta, lo reconozco, entender unos movimientos que no son uniformes, que normalmente tienen una gran dosis de nacionalismo, que normalmente, en mayor o menor grado, se sustentan con creencias religiosas. Y lo repito, me cuesta trabajo entender, aunque mis simpatías con ellos están a flor de piel.
Si que es necesario, un replanteamiento de las políticas occidentales hacia estos países, algunos movimientos hay, y creo que en positivo, la propia actitud de Obama lo pone en evidencia. Pero tenemos que dejar de intentar “homologar” democracias en base a nuestros criterios, esto no vale ya.
EL respeto a los derechos fundamentales de las personas, la libertad de opinión y de acción política y religiosa, la democracia social y económica pudieran ser los parámetros para medir. Claro que en “nuestro mundo” tampoco es que estos valores estén ampliamente extendidos, no al menos como nos gustaría.
Mientras tanto, amigos, hermanos, desde aquí toda la solidaridad posible, compartimos tantas señas de identidad comunes, que es imposible mantenerse al margen.
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