martes, 8 de septiembre de 2015

Pon un emérito en tu vida




Si paseamos las calles de Cádiz, podemos comprobar que la ciudad más vieja de Europa, fundada por fenicios, ya había inventado las dualidades; así podemos ir por la calle Doctor Ramón y Cajal y por la calle Aduana vieja a la vez, o por Marqués de Valdeiñigo y por Nevería, o por Valenzuela y la calle de la Mistelería, o por Sánchez Barcaiztegui y calle de las Flores. Todas estas calles, cuando adoptaron un nuevo nombre, a la calle antigua la nombraron calle emérita, conservando su rótulo y todo al lado del nuevo, se solucionó de forma inteligente los celos, los posibles traumas en los cambios,  y a coste reducido.

No hace mucho ha habido una oleada de eméritos. El primero de ellos el representante de dios por estos lares. Antes, la única posibilidad de cambio papal era la muerte del más antiguo, quizás por esos hubo papados extremadamente breves; pero en el último cambio se encendió una luz, y alguien dijo, le nombramos emérito, le retiramos con un par de monjas para que atiendan sus necesidades a Casteldangolfo,- por cierto que nombre tan sugerente, de golfos y eso- y aquí paz y después gloria, Papa nuevo y olé. 

Las mentes nacionales vieron en esta solución la alternativa a la crisis monárquica en la que nos encontrábamos, y zas, como dice Sabina, -perdimos a los de Palma en la casa real, pero ganamos un rey y una reina, así se cumplió lo de 'si no quieres uno, dos tazas'. Por cierto,  no está claro que al 'emérito' se le asignara  a alguien para cubrir sus necesidades.

En el fondo el problema más grave de los eméritos son sus costes, que la cosa económica está muy achuchá, aunque es verdad que en los casos de los presidentes de gobierno se solucionó parcialmente con las puertas giratorias, al menos parcialmente, así se les colocó en multinacionales y en el consejo de estado; pero también nos resulta muy caro.

Habría que encontrar la fórmula de generalizar  la practica emérita en todos los ámbitos, creo que haríamos un favor a los pobres cesantes de no herir su ego, y mantenerles en hibernación, eso si, tendría que ser a mínimo coste.

Por ejemplo, al emérito real, se le podría retirar con un juego de play movil con sus elefantitos, emires,..y una Barbi, a la que seguro llamaría Corina, todo esto,  menos de quinientos euros. A los ex presidentes la opción sería comprarles un monopoli, para que puedan comprar, vender, adueñarse de todo, pero con papelillos.

En Cádiz, para intentar que Teofila deje de hacer el ridiculo, también le podriamos hacer alcaldesa emérita, eso si, la tendríamos que regalar para su retiro una maqueta de 'su puente' y así podría jugar y molar ante sus nietos, como Fabra diría : '¿os gusta, niños,  el puente de la abuela?'

Pero además, si tú, amiga,  quieres cambiar de pareja, nombra a tu novio o marido como emérito y échate uno, así en plan chico Coca-Cola. Le pones un sofá, un mando a distancia y un carrito de centro comercial y a disfrutar con el nuevo. Quien no tiene un vecino coñazo?  hazle vecino emérito, bájale a los trasteros, eso si, insonorizados, y búscate una abuelita de vecina que te pase tapers con guisos ricos, ricos.

Pon un emérito en tu vida, ganamos todos.

   

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