jueves, 16 de febrero de 2012

Rosario, a la que escribió Miguel Hernández, en Cadiz se llama Antonia

Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.

El papel, el certificado de defunción de Celestino Alvarado, la mano que no tiembla, la de Antonia, Antonia Alvarado. No busco ningún monumento, ningún homenaje, solo busco dignidad,dice Antonia, y dignidad es lo que a esta gaditana le sobra. Recorrer con ella Cadiz, es recorrer las calles con la dignidad al lado.

Con toda la historia a sus espaldas, con tantas batallas perdidas y algunas ganadas, a Antonia le brillan los ojos cuando habla de sus peleas, que son las mías. Le brillan mas los ojos cuando habla de su padre, pero son pura luz caletera cuando te cuenta que vale, que ya han reconocido el asesinato de su padre, pero que ahora va a que solucionen la ubicación final de sus restos, exactamente con la misma vitalidad que el primer día que se planteo el primer reto.

Un gran abrazo Antonia, y sigue dandonos ánimos cada día

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