miércoles, 3 de octubre de 2012

De zampabollos a políticos mártires

Todo cambia, cantaba Mercedes Sosa. Ha cambiado, sin ir más lejos, el papel del macho. De aquel galán engominado, mitad canalla, mitad bandolero, paso al trazan de pelo corto, después al hombre sensible o simplemente al hombre sin más.

Pues lo mismo ha pasado con los políticos profesionales, vamos de los que viven de "jugar" con la política, o en la política como prefieran.

Tiempos atrás se identificaba al hombre/ mujer "político con esa persona de fuertes convenciones, de discurso claro, convincente y hasta un pelín autoritario. Otras veces con el pedagogo, vidente u otro perfil acorde con los gustos de liderazgo del momento. Pero "todo cambia" y empiezan a florecer los políticos mártires, no, no me refiero a los que mueren por sus ideas, me refiero a los que llevan su profesión como una especie de cruz, como un cilicio de sufrimiento y purificador.

Tres veces he oído esta últimas semanas a personas de diferente signo decir,que con lo que que hacen no están de acuerdo, pero que se sacrifican, es decir sufren, por el bien común o colectivo.

El primero y más conocido, el presidente del gobierno, que corta y recorta en plan terminetor, sembrando la desesperanza y la ruina del país, eso si, en cuanto tiene oportunidad y con cara de sufrimiento dice "yo tampoco estoy estoy de acuerdo con las medidas" pero como es lo mejor para todos...., y lo dice con carita de pena, casi de mártir.

La segunda fue hace casi dos semana, presencie un encuentro casual entre un amigo y una ex-delegada de la Junta en Cádiz, y la verdad me impresiono la cara de sufrimiento cuando decía que ella no estaba de acuerdo con la urbanización de Valdevaqueros, pero que la ley era la ley. El cumplimiento de la ley es por el bien común.

El tercer caso mucho más cercano, el del nuevo portavoz del grupo municipal socialista en Cádiz. En este caso, tampoco él está de acuerdo con ejercer la portavocia municipal de su grupo, es más, hace quince días proclamaba las bondades de compartir el poder, pero también se sacrifica por el bien común, la asume y también sufre.

Sólo son tres casos, seguro que hay muchos más, que están dispuestos a sufrir por la colectividad, de llevar sus responsabilidades profesionales y remuneradas como una cruz santificadora. Y digo yo, la palabra dimisión, o el no, ¿no están en su diccionario?. Claro que sí así fuera, no se ganarían el cielo.

Lo de zampabollos no es por nada en concreto, es que me resulta un vocablo muy evocador, a la par de su sonoridad.

No hay comentarios: