sábado, 9 de junio de 2012

Las cinco de la tarde, en vez de las cuatro.

Le estamos dando a esto de la intervención, invasión, violación, da lo mismo, un tintes trágicos toreros. Como el poema ya esta escrito, pues cambio de hora, prefiero las cinco que a las cuatro, ademas a Canarias le pilla en plena hora del almuerzo y no es justo. Venga el punto lorquiano del fenómeno lo traigo yo.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

Habrá que saltar la barrera, que luego sabemos lo que pasa a las cinco de la tarde.

No hay comentarios: